3 de noviembre de 2000
"Todavía vivimos bajo una dictadura"
Historiador Alfredo Jocelyn-Holt:
El historiador Alfredo Jocelyn-Holt Letelier es un hombre afable, sin aspavientos. Una pequeña barba le da cierta gravedad a su aspecto. Nadie diría que es un polemista que maneja una fusta temible. Su libro "Chile perplejo o del avanzar sin transar hasta el transar sin parar", es un análisis crítico despiadado de la experiencia de la Concertación y de sus gobiernos. La Editorial Planeta -que lo editó- ha vendido más de veinte mil ejemplares del libro, cuyo carácter polémico obliga a examinar a fondo los hechos e ideas que allí se exponen. Su carga explosiva detona desde sus páginas iniciales. Es un ensayo polémico, bien documentado, que arremete contra los mitos y denuncia muchas inconsecuencias que son indiscutibles.
Alfredo Jocelyn-Holt es doctorado en historia en la Universidad de Oxford y licenciado en historia del arte y estudios humanísticos en universidades de EE.UU. Era estudiante de Derecho de la Universidad de Chile en los años de la dictadura. En la actualidad es profesor investigador del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Ha publicado además "El peso de la noche, nuestra frágil fortaleza histórica" y "El espejo retrovisor" que recoge sus artículos periodísticos. Ha escrito una historia general de Chile que termina "con el último suspiro del general". Aparecerá en Buenos Aires en los próximos meses.
Casado con la historiadora Sofía Correa, es padre de una hija, Emilia. En la revista "Rocinante" ha sostenido una ácida polémica con el sociólogo Eugenio Tironi a quien define como un personaje emblemático de la Concertación.
Es rápido y preciso en sus respuestas. Se reconoce como un hombre de pensamiento liberal. No milita en ningún partido pero rinde tributo a la derecha de "otros tiempos" y se declara antifascista, antigolpista y antimilitarista.
¿TRANSACCION O TRANSICION?
Todos sabemos que el fin de la dictadura estuvo condicionado a concesiones a la institucionalidad impuesta por Pinochet. ¿Usted cree que las ataduras fueron excesivas e innecesarias?
"Creo que la pregunta tendría que estar precedida por aclarar los términos de una transacción que permitió lo que se ha denominado ?transición a la democracia?, que nunca fue tal. Hasta hace poco no se hablaba de un pacto. Recién el tema afloró después de la debacle electoral de 1997. Luego de la detención de Pinochet en Londres quedó en claro que había un pacto pero no sabemos si fue explícito o tácito y cuáles fueron sus condiciones".
¿No cree en la transición?
"Mi impresión es que todavía estamos en dictadura. Vivimos un gobierno cívico-militar que está consagrado en la Constitución de 1980. El discurso de Chacarillas en 1977 explicitó esa Constitución muy claramente. Señaló que los garantes de la institucionalidad son los militares aunque el gobierno lo ejerzan los civiles. El discurso de Chacarillas no habla de transición sino de consolidación".
¿Y entonces en qué estamos?
"Estamos en normalidad y en consolidación de acuerdo a la Constitución de 1980 que diseñó un gobierno cívico-militar. No estamos en transición hacia ninguna democracia como se ha pretendido de parte de la Concertación, desde el gobierno de Aylwin en adelante".
¿El plebiscito de 1988 y las elecciones presidenciales del 89 no significan nada?
"No es un delirio cavilar si lo ocurrido en el 88 y 89 fue un triunfo de la oposición a Pinochet y una derrota de la dictadura, o una operación de encubrimiento, un pacto entre la oposición y el gobierno militar".
Es una opinión detonante, ¿cómo la fundamenta?
"A fines de los 80 la dictadura estaba desgastada luego de una década y media de brutal autoritarismo. Existía una creciente crisis económica y es evidente que transcurridos los años nadie tolera a los gobiernos autoritarios, como el de Pinochet o cualquier otro dictador. Se llega al punto límite. En Chile la oposición llamaba a grandes protestas y tenía una respuesta unitaria y multitudinaria. De alguna manera la dictadura se sentía acorralada".
¿No todo estaba bajo control?
"No, la situación escapaba incluso al control de los partidos y de los movimientos de oposición. Las protestas eran desbordantes y hasta producían inquietud a los moderados. El gobierno militar se sintió sobrepasado a pesar de su gigantesco poder de fuego y de sus bien organizados aparatos represivos. Sus fuerzas no podían ingresar, por ejemplo, a ciertas poblaciones de la periferia de Santiago, aunque el régimen llegó a invadir la ciudad con dieciocho mil conscriptos y los muertos en las jornadas de protestas fueron muchos. Eso no había ocurrido ni siquiera el 11 de septiembre del 73. Me parece que en esa situación, en que el gobierno militar no puede controlar el orden público y la oposición no puede derrocar a Pinochet, es cuando se establece un pacto".
LOS CAMBIOS DUDOSOS
Pero el restablecimiento de los partidos políticos, del Parlamento, de las instituciones democráticas tradicionales, la incorporación al gobierno de un partido de Izquierda como el PS. ¿No significó a su juicio ningún cambio?
"Sí, evidentemente, hubo cambios en el sentido de que algunos de los aspectos más atroces de la dictadura desaparecieron: los campos de concentración, las detenciones arbitrarias, los crímenes de la CNI, el exilio, dejaron de existir. Los otros cambios son dudosos. Hay acusaciones, incluso de la ONU, que dicen que todavía en el gobierno de Aylwin, Chile figuraba entre los países en que se practicaba la tortura en recintos policiales. No obstante, es cierto que los abusos contra los derechos humanos son ahora menores y no tienen el carácter sistemático de la dictadura".
¿Niega los avances políticos?
"En los aspectos políticos los avances son dudosos. Tenemos un Parlamento sin iniciativa. Existe el derecho a veto constitucional de los militares que ellos se encargan de insinuar por medio de gestos como los ?boinazos?, ?ejercicios de enlace?, los ?servilletazos?, etc. Al presidente de la República, militante socialista-PPD, ya no le queda absolutamente nada de socialista. Tengo dudas acerca de que en el gobierno exista una social democracia. Eso ya sería algo. El PS puede votar en masa, por ejemplo, en contra de una acusación constitucional a un magistrado tan oscuro como Servando Jordán pero el secretario general de ese partido, Camilo Escalona, proporciona el voto decisivo para salvarlo. Existen militantes socialistas, como Enrique Correa, que no admiten análisis ya que cumplen funciones que nadie asimilaría al proceder de un socialista".
Lo que usted dice no es congruente con los temas preferenciales de la Concertación que son la superación de la pobreza extrema y en general de la inequidad que heredamos de la dictadura...
"Lo cierto, desgraciadamente, es que en materias sociales el gobierno de la Concertación no hace mucho. Durante el período de Aylwin bajaron las cifras de pobreza del 40% al 30%. Esa cifra se estancó o está creciendo de nuevo. Ya no se mencionan las cifras de la lucha contra la pobreza, por algo será. Es indudable que en materias sociales no se ha avanzado mucho en los últimos años. En esto es tan responsable el gobierno de la Concertación como lo fue la dictadura militar. Esa realidad no sólo es indignante para cualquier sensibilidad de Izquierda. Es también un escollo para el modelo neoliberal porque no nos hace competitivos y no crea un verdadero mercado".
Pero se dice que el país crece, que la megaeconomía siempre tiene puntos altos, que Chile es uno de los países más exitosos del continente.
"El reparto de la renta es uno de los peores y más injustos de América Latina. Eso es tanto o más indignante porque el país está cada vez más rico. La brecha entre ricos y pobres es abismante. Los discursos políticos y los medios de comunicación no encaran directamente -en toda su magnitud- el problema. Hay mecanismos para camuflar la miseria. Eso es grave porque crea un caldo de cultivo para inevitables reventones. No se dice mucho, por ejemplo, que la miseria es la que engendra la violencia intrafamiliar. Ella tiene directa relación con la frustración económica, con la crisis y la cesantía. El gobierno económico conlleva un imperativo exitista cuya frustración se traduce generalmente en violencia, en ?patear a la perra?, que significa golpear a la esposa y a los niños. Todo eso ocurre a puertas cerradas. La violencia chilena es endógena. Ocurre bajo el techo del hogar".
UNA CAJA DE PANDORA
El tema de la familia es muy recurrente en el debate público del último tiempo. ¿Qué amenazas, qué trastornos advierte en ese terreno?
"La familia chilena es una Caja de Pandora que nadie está dispuesto a destapar. Estoy convencido de que el hecho de que no tengamos una ley de divorcio o de aborto no sólo se debe al veto de la Iglesia Católica -estamos en un proceso de secularización del país-, sino también al miedo de enfrentar una realidad humana estremecedora. Hemos saltado en estos últimos años del 42% al 56% de hijos nacidos fuera del matrimonio. El ?huacherío? es mayor que en el siglo diecinueve. Habría que preguntarse por los grados de ignorancia en materia de educación sexual de la sociedad chilena que permite que nazcan tantos niños en las más precarias condiciones económico-sociales".
¿Y los abortos?
"Todos condenan el aborto pero cierran los ojos ante su práctica efectiva, que es enorme. Algunos son productos de aberraciones dramáticas como el incesto que se explica por la promiscuidad de las viviendas y la violencia en las relaciones familiares. La razón de fondo de la repulsión a una ley de aborto es que no queremos hacernos cargo de ese tipo de temas, como de otros que nos obligarían a enfrentar al país verdadero".
¿A su juicio los medios de comunicación reflejan "al país verdadero"?
"No tenemos pluralidad en los medios de comunicación. Los más poderosos son monopolios de propiedad de intereses favorecidos por el modelo. Si tuviésemos una sociedad civil organizada en parte a través de medios de comunicación plurales los asuntos mencionados serían objeto de debate público. Existen menos medios críticos que durante la dictadura. Sospechamos que es parte de una política de la Concertación que obedece a un pacto que no ha sido explicitado en sus verdaderos términos".
¿Un pacto para qué?
"Para la desmovilización social. Era necesario desmontar el instrumento crítico, las instituciones combativas que se habían generado en condiciones tan adversas bajo la dictadura. Me da la impresión de que la Concertación le tenía terror a un alzamiento popular y también creo que el gobierno militar tenía más que ganar que perder entregándole el poder a los civiles. Inicialmente pensaron que los sucesores podrían ser civiles de derecha pero resultó que fueron de oposición. Para esos efectos se dictó una Constitución, un marco, un pacto, que llevaron a condicionar y a disciplinar la otrora oposición a Pinochet".
¿No toma en cuenta que en los gobiernos de la Concertación han participado en cargos relevantes víctimas de la dictadura: prisioneros, exiliados, torturados, hijos o padres de detenidos desaparecidos?
"Creo que la mayoría está traumatizada por esa experiencia que los volvió impasibles. También ha contribuido a su amnesia el aggiornamiento de la Izquierda que habló de una renovación. No me explico en qué consiste esa renovación. Lo que veo es una especie de partido transversal de orden cupular. Son unos tres mil funcionarios políticos que nombra el presidente de la República y que, como se ha visto, hacen muy buenos negocios. Se auto otorgan millonarias indemnizaciones, hacen tráfico de influencias y, además, pueden saltar del mundo público a los negocios privados con facilidad. Los empresarios facilitan ese paso de un lado a otro".
LA OPORTUNIDAD HISTORICA
Como "abogado del diablo" le pregunto: ¿era posible que las cosas ocurrieran de otra manera? ¿Se podía terminar con la dictadura tan radicalmente?
"Claro que sí. Sólo era necesario poner en marcha una firme voluntad de hacer una transición a la democracia. Las condiciones que existían en 1990 eran muy favorables para una verdadera apertura democrática. Existía el modelo español que había terminado con los residuos de la dictadura de Franco. Había un crecimiento económico fuerte. Chile estaba en ventaja competitiva, lo cual invitaba a un apoyo del sector empresarial internacional. Se quería para Chile un modelo neoliberal sin perjuicio de un descongelamiento de la dictadura. El apoyo de la civilidad al gobierno de la Concertación era evidente y mayoritario".
¿Y pudieron entonces romperse los amarres con los militares considerando que Pinochet era el comandante en jefe y proyectaba su tutelaje sobre la institucionalidad civil?
"Durante los primeros años del gobierno de Aylwin hubo situaciones en que se pudo parar a los militares de manera eficaz. Pudo aprovecharse la coyuntura internacional del descrédito de la dictadura, la fuerza de la movilización popular de base, el hecho de que los militares estaban desprestigiados y los mecanismos judiciales y de investigación policial llevaban a los uniformados a defender su propia honra. El Informe Rettig debió, por ejemplo, hablar de torturas. Pero omitió el tema. Debió indicar el nombre de las personas que estaban sindicadas como torturadores, asesinos, violadores, etc. No lo hizo. Se acuñó el término de Aylwin ?justicia en la medida de lo posible?. ¿Por qué no toda la justicia? Fue la confesión de un pacto que impedía ir más allá. En los años 90 existían las condiciones para que el país se abriera a la democracia. En los inicios de este siglo -del 2000 adelante- esas condiciones ya no están. Desaprovechamos una oportunidad histórica".
¿Es imposible que los militares se retiren a sus cuarteles, no deliberen y acaten a las autoridades políticas de las que son, en la letra, subordinados?
"La Constitución no ha sido modificada. Las FF.AA. forman parte del Consejo de Seguridad Nacional y eso les permite ser deliberantes. La dictadura constituyó un mundo militar como estamento social, una corporación que actúa fácticamente. Las FF.AA. tienen espacios propios, viven separados de la sociedad, tienen sus lugares de esparcimiento, de reunión, disponen incluso de universidades exclusivas, están vinculados a través de los oficiales en retiro con el mundo empresarial, han mejorado sus rentas y su status social. Han sido eficaces en promover la idea de que el gobierno militar fue exitoso en el orden económico. No se puede negar que hay un sector apreciable de la sociedad chilena -incluso entre los más pobres- que tiene una visión positiva de los militares. Sin embargo, mi impresión es que hasta el general Izurieta quiere salirse del sistema porque en realidad los oficiales están desprestigiados y debilitados. En la actualidad no pueden gobernar, no pueden llevar a cabo un golpe militar como en el 73. No existe un contexto que lo justifique. Está claro que a los militares les cuesta entrar a la política pero también les resulta difícil salir de ella".
EL PELIGRO POPULISTA
En la alternativa de votar por la Izquierda o la centro izquierda ¿existe el peligro que el electorado se vuelque a un populismo de derecha?
"El fenómeno populista se está dando en varias regiones del mundo: en Venezuela, Perú, México. Hay experiencias populistas de corte fascista como la de Austria. Hasta Pinochet coqueteó con una salida populista. Tal era el aparente conflicto entre blandos y duros de su gobierno. La UDI ha elegido como su candidato de éxito a Joaquín Lavín que practica un descarado populismo. Desafortunadamente las inconsecuencias de la Concertación parecen pavimentar el camino de la derecha ya que no veo ningún ánimo de resolver problemas fundamentales e institucionales. Me temo que vamos a tener un triunfo de la derecha populista".
He leído en la revista "Rocinante" su larga polémica con Eugenio Tironi. ¿Por qué le concede tanta importancia a ese personaje?
"Tironi no tiene ninguna importancia. Es un caso emblemático. Mi carta debió estar dirigida al presidente Lagos pero me pareció que debíamos darle un poco más de tiempo. Me interesaba puntualizar que los Tironi son un producto de la Concertación. Cómo la Concertación y concretamente la Izquierda de ella posibilitaron un Tironi, no lo logro entender. Esa es mi pregunta, ¿cómo se puede aceptar que los Tironi, los Enrique Correa, los Oscar Guillermo Garretón, etc, sean representantes del progresismo e incluso militantes socialistas?"
LA VIEJA DERECHA Y EL PC
Es extraño que usted se diga una persona de derecha sin tener posiciones de derecha....
"Eso se debe a que no soy fascista ni golpista ni militarista. Pertenezco a un mundo de derecha que hasta la década del 60 creó, desde el siglo 19, las instituciones del país. Fundó la institucionalidad republicana y cultural, los partidos políticos fuertes, disciplinó a los militares, generó una sociedad que era injusta pero que se podía organizar política e institucionalmente de acuerdo a la marcha de la historia. Creó las condiciones para que la movilización social organizara partidos de Izquierda disciplinados como el Partido Comunista e incluso en el marco de esa institucionalidad liberal pudo ser elegido presidente Salvador Allende".
¿Y no ha pensado en militar en un partido de la actual derecha?
"No podría militar en la UDI o en RN, son dos partidos terroríficos. Representan a los nuevos burgueses y a cierta clase media que tiene terror que la Izquierda llegue al poder. Por eso optan por ser golpistas, están obsesionados con la idea de ser despojados de sus privilegios. Es una derecha que no vacila en ser fascista. Yo pertenezco a un mundo político que se acabó".
¿Qué piensa de lo que queda en pie de la Izquierda y en particular del Partido Comunista?
"Echo de menos al PC que tradicionalmente existió. Era un partido leninista, de cuadros. El PC actual no se compadece con su historia. Es caudillista: es el partido de Gladys Marín. Antes era en nuestro sistema político una fuerza renovadora. Es cierto que ha sido marginado pero también se ha automarginado. Cuando era una fuerza motora de la Izquierda, uno sabía cuándo las huelgas estudiantiles -por ejemplo- empezaban y terminaban. Se sentía la seguridad que no iban a prenderle fuego a la biblioteca. Ahora no es así. Hace falta una Izquierda efectiva y representativa. La Izquierda requiere de un partido. La derecha tiene a la UDI pero no hay nada equivalente en la Izquierda. El PS es un partido confuso. La DC es una organización política del sistema que hasta podría desaparecer, como sucedió en Italia"
LUIS ALBERTO MANSILLA